Hasta hace dos semanas, Gerson Hernández sacaba una mesa frente a su casa en el barrio El Cementerio en Caracas y vendía cuadernos y útiles escolares. Con el coronavirus y la suspensión de las clases cambió de ramo. Ahora vende mortadelas y lo hace desde el interior. Pese a los gritos que da desde su casa para ofrecer el nuevo producto, el frenazo que ha impuesto la cuarentena decretada en todo el país, ha abierto un agujero en sus finanzas. Antes de que la vida cambiara para todos, cuando la Covid-19 era un problema solo de China, cada semana podía ganar siete millones de bolívares, menos de 100 dólares (93 euros), que le alcanzaban para alimentar a su esposa y sus dos hijas. Esta semana los ingresos no llegan a los 25 dólares (23 euros).