En una cena reciente entre varias buenas amigas, comenzamos a compartir nuestras historias de amor, al estilo de “Sexo en la ciudad.” Una de nosotras había estado relacionándose con un occidental por algún tiempo y al fin decidió mudarse junto a él.
“Bien por ti,” exclamamos a una voz, tras lo cual una le preguntó, “¿y cómo harán con el alquiler cuando te mudes?” “Iremos a medias,” contestó la interpelada. Enseguida noté un gesto de ligera sorpresa en las demás chicas. Las sorprendidas por aquella división de pago entre novio y novia fueron las que nunca se habían relacionado con extranjeros.Comparados con los occidentales, los hombres chinos parecen más dispuestos a asumir el papel de provedores financieros.
No es mi propósito apegarme a estereotipos, y estoy segura de que hay excepciones, pero la generalidad de las muchachas chinas son menos tímidas al admitir que juzgan a los hombres por sus cuentas bancarias, mientras que éstos parecen aceptarlo como lo más natural del mundo.