Chile, una de las economías más estables de la región en los últimos 30 años, ha tomado una medida inédita para enfrentar el mayor batacazo desde la crisis que sufrió a comienzos de la década del 80. Mientras el avance de la pandemia en Santiago amenaza al sistema público y privado de salud con más de 1.000 casos nuevos diarios desde hace nueve días –se han reportado 31.721 contagios y 335 fallecidos a nivel nacional–, el Banco Central chileno ha solicitado al Fondo Monetario Internacional (FMI) una Línea de Crédito Flexible (LCF por sus siglas en inglés), que le permitiría contar con una reserva para una contingencia extrema. La solicitud asciende a unos 23.800 millones de dólares –por dos años, renovable–, según se informó la noche del martes en un comunicado emitido por el FMI y replicado por el ente emisor chileno, de carácter autónomo.