La más alta autoridad religiosa de Arabia Saudí ha dictaminado que levantar la prohibición de que las mujeres conduzcan dejaría al país “sin vírgenes” en el plazo de una década. Además, “causaría un aumento de la prostitución, la pornografía, la homosexualidad y el divorcio”. Sí, ha leído usted bien. Literalmente. Incluso acostumbrados a los desafueros de los ultramontanos religiosos, cuesta dar crédito a esas palabras. Por eso, cuando la prensa británica empezó a hacerse eco del asunto, opté por hablar con un par de amigas saudíes para asegurarme de que no se trataba de una intoxicación. “Su lectura me ha hecho sentir sucia y cosificada. Es una verdadera pena que haya sido tomado lo suficientemente en serio como para enviárselo a los miembros de la Shura”, me confía Eman al Nafjan, autora del blog Saudi Woman.