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jueves, 2 de noviembre de 2006



Hacia el marxismo-leninismo del siglo XVIII


Recuerdo haber escuchado decir al presidente-candidato una vez, desde la Universidad de La Habana, que Venezuela navegaba hacia el mismo mar de felicidad de Cuba. Eso me sorprendió en su momento, porque una cosa es decir algo por desconocimiento de los hechos y otra es decirlo a pesar del conocimiento de los hechos, solamente por convicciones ideológicas, porque sabido es de todos los que se han interesado en conocer sobre la realidad real de Cuba, que:

--En Cuba existe una tiranía que va rumbo a sus 50 años.
--En Cuba no existe alternabilidad de poderes.
--En Cuba el Estado es el dueño soberano y modelador de la ciudadanía.
--En Cuba no existe libertad de expresión ni de información.
--En Cuba existe hambre en el sentido más literal de lo que esta palabra pueda implicar.
--En Cuba no existe sino el partido que apoya al dictador y todos tienen que apoyarlo.
--En Cuba no existe la propiedad privada.
--En Cuba no existe el libre comercio.
--En Cuba existe una carencia de las cosas más elementales como de un jabón de tocador.
--En Cuba los únicos que viven bien son los afectos al régimen.
--En Cuba existe discriminación en contra de los mismos cubanos a favor del turismo.

No entiendo como en pleno siglo XXI, teniendo como espejo a Cuba, de la inoperancia del sistema comunista, habiendo sido testigos de la caída del muro de Berlín y de la disolución de la Unión Soviética, todavía haya personas, como el presiente-candidato, que estén pensando en resucitar a un muerto insepulto, como lo es el comunismo-leninismo, ese sistema no funciona, nunca funcionó y no funcionará.

Quiero salirle al paso a los que ya se estén diciendo a sí mismos que lo que propone el presidente es “El Socialismo del siglo XXI”, que esto no es más que un eufemismo, un juego de palabra, para que no suene tan duro en los oídos de los venezolanos la palabra comunismo y, en la primera fase del proyecto, se ha comenzado por dorar la píldora diciendo que lo que se pretende construir es un socialismo moderno, pero los rastros que va dejando el proyecto del presidente en la legislación que últimamente se ha aprobado en la Asamblea Nacional, es un camino hacia el comunismo, al estilo cubano.

La última curva que lanzó, antes de comenzar a hablar del amor y a pedir el voto por amor, fue decir que estaba trabajando en la consecución de un solo partido político y eso lo veremos a partir de enero, si los votos lo favorecen. El presidente se da cuenta de que hay muchas personas que militan en otros partidos que lo han apoyado y que legítimamente tienen aspiraciones presidenciales y, antes de que comiencen a asomar las intenciones, quiere cerrarles el paso, porque aquí en Venezuela, mientras Hugo Chávez Frías esté en el poder, no hay oportunidad para nadie, porque él piensa que el único que puede gobernar al país es él y nadie más que él.