A Naiara, brasileña, la crisis del coronavirus le ha costado su trabajo cuidando a un anciano. Se veía de nuevo en la calle junto a su hija de un año. Paola, hondureña, llegó a España perseguida y herida de bala por su activismo a favor de la comunidad LGTBI. Confía en ser admitida como refugiada. Mammadou, senegalés, pasajero de patera, sólo aspira a trabajar. Vidas embarrancadas a las afueras de Madrid. "Esto es la periferia", dice Daniel desde un huerto plantado de ajos con vistas a los modernos edificios de Tres Cantos. Daniel Almagro y su mujer, Lola Díaz, son enfermeros, misioneros laicos, padres de familia numerosa y de la Misión Emmanuel, una comunidad de acogida que iniciaron hace seis años a su regreso de Chad. Cuando el miedo a la pandemia alzó recelos, bloqueó fronteras, ellos no cerraron la puerta.