Entre denuncias de muertos que votan, de intercambios de sufragios por regalos y de supuestos "jefes de campaña" trabajando desde la cárcel, cuando de elecciones se trata, a los colombianos ya no les sorprende casi nada. Y ahora, los dos escaños reservados en el Congreso para comunidades afrodescendientes tampoco van a ser ocupados por diputados de raza negra, como se acostumbraba.