Caminé por una calle arbolada en una zona tranquila de Estambul (Turquía) y me acerqué a una mansión de color crema, adornada con cámaras de videovigilancia. Hace un año, un periodista saudita exiliado hizo el mismo recorrido: Jamal Khashoggi fue grabado por las cámaras de circuito cerrado (CCTV). Serían las últimas imágenes que se captaron de él. Entró en el consulado de Arabia Saudita en la ciudad turca y fue asesinado por un escuadrón de la muerte.