Lo que el subcontratista del gobierno de Estados Unidos Alan P. Gross no pudo hacer en Cuba está siendo llevado a cabo por un hombre de Miami que al principio solo quería bajar el costo de sus llamadas telefónicas a su padre y su abuela en la isla. Gross está cumpliendo una sentencia de 15 años de cárcel en La Habana por entregar tres teléfonos de satélite, pagados por Washington, a grupos judíos en la isla para que ellos pudieran acceder directamente a internet y evadir los controles del gobierno.