Habáname y Partenon abrieron el fin de semana; San Cristóbal tuvo un bautizo glamoroso en el Festival de Cine: desde que el gobernante cubano Raúl Castro decidió ampliar el sector privado, pequeños restaurantes (paladares) y cafeterías brotan como hongos, aún con los riesgos de la nueva aventura empresarial.
Con su llamativo anuncio naranja, ahora que los empresarios privados no son mal vistos como antes, Habáname irrumpe en la esquina 23 y G del barrio Vedado, una de las más concurridas, en el corazón de la capital.
Era el sueño de Javier Martínez, un chef de 38 años que aprovechó que Raúl Castro, en su plan de reforma económica, autorizó en octubre licencias en 178 oficios como alternativa de trabajo para 500,000 empleados públicos en proceso de despido.