
Con su llamativo anuncio naranja, ahora que los empresarios privados no son mal vistos como antes, Habáname irrumpe en la esquina 23 y G del barrio Vedado, una de las más concurridas, en el corazón de la capital.
Era el sueño de Javier Martínez, un chef de 38 años que aprovechó que Raúl Castro, en su plan de reforma económica, autorizó en octubre licencias en 178 oficios como alternativa de trabajo para 500,000 empleados públicos en proceso de despido.