No lo han planteado sus adversarios, sino él mismo. El anuncio del presidente venezolano de que no había vencido al cáncer y se tenía que operar una cuarta vez en su admirada Cuba ha abierto la perspectiva de un chavismo sin Chávez. Aunque el inventor de la revolución bolivarianano suele dar puntada sin hilo, esta vez puede ir en serio, tanto como para pretender, desde una óptica autoritaria que no le abandona, dejar todo atado y bien atado. Ha designado como sucesor al vicepresidente y canciller Nicolás Maduro, que en caso de que Chávez no pueda asumir el cargo el próximo 10 de enero, o si fallece después, deberá someterse a las urnas en 30 días. Serán los ciudadanos de Venezuela los que decidirán libremente. El futuro de un chavismo sin Chávez no está en sus manos, sino en las de los venezolanos.