La actualidad informativa de Venezuela, con las continuas controversias de una crisis política sumida en un callejón sin salida, convive, o contrasta, con la rutina que tuvo un antes y un después en marzo del año pasado cuando un apagó sumió en la oscuridad a un país ya en tinieblas. Aunque la luz volvió después de cinco días, el sosiego parece haberse apagado para siempre. Algunos Estados, como Zulia, continúan con un feroz racionamiento de hasta 12 horas al día. Pero en Caracas, siempre mejor blindada a las repetidas crisis eléctricas, los parpadeos eléctricos arrasan con bombillas, dificultan el bombeo de agua en gran parte de la ciudad, que pueden pasar hasta un mes sin servicio, y también hacen cuesta arriba esa normalidad que, sin duda, los venezolanos llevan años intentando.
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