Los cubanos están acostumbrados a hacer cola por los productos que escasean por estos tiempos, como la gasolina, el aceite comestible, huevos o carne. En algunos puntos de La Habana, la gente se aglomera, desde hace más de una semana, ante la tienda Panamericana, en la planta baja del Edificio Focsa, un edificio de apartamentos construido en la década de los 50. Un policía uniformado controla la entrada. Con paciencia, a menudo durante varias horas, la gente espera para entrar a la tienda, donde hay refrigeradores, sistemas de aire acondicionado, lavadoras, televisores de pantalla plana y otros productos. Algunos intentan echar un vistazo a los precios a través de las cristaleras. Hay mucho movimiento. El ambiente se parece a las rebajas de verano.
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