Con las 5,8 millones de toneladas de cobre que produjo en 2018, según el último reporte de la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), el país sudamericano es por mucho el mayor productor mundial de este metal, clave en muchos procesos industriales. La cifra equivale a casi el 28% del mercado global y está muy por encima de la que registra su competidor más cercano, Perú, con un 12%. Con el cobre a un precio que los analistas consideran bueno —cerca de tres dólares por libra— la coyuntura es alentadora para Chile. Pero la dependencia del metal rojo sigue siendo demasiada: el crecimiento económico está anclado, en gran medida, a una variable sobre la que los chilenos no tienen ningún control: la cotización de esta materia prima en los mercados internacionales.
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