Con gritos y golpes sobre las mesas, diplomáticos cubanos intentaron silenciar un discurso del secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro. Sus palabras apenas podían oírse en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, cuando el 16 de octubre asistió a una actividad organizada por Estados Unidos para denunciar la situación de los presos políticos en Cuba. En medio del bullicio, apenas se escuchó cuando dijo:
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