martes, 21 de agosto de 2018

Cuba salvaje: un museo del ROBO y la vagancia


Amalia no había conseguido vencer las dos cuadras que la separaban del Banco en el que cobró su mísera pensión, cuando dos individuos montados en una bicicleta le arrebataron su cartera. Tan fuerte tiraron de su bolso que la hicieron caer al suelo. Amalia, según me cuenta, sintió el crujir del hueso, pero se preocupó más por el bolso que se alejaba en una bicicleta guiada por dos ladrones, ese en el que guardara los doscientos pesos de su “retiro”.

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