Algo está cambiando en EE.UU. cuando hay candidatos que muestran con orgullo una bandera denostada: la socialista. Aquí la etiqueta suena más a «gulag», Guerra Fría, revolución proletaria y menos a socialdemocracia eficiente de país nórdico. Por eso es significativo el avance de candidatos «socialistas» en este año con elecciones legislativas en otoño, que reconfigurarán el Congreso para los dos últimos años del primer mandato de Donald Trump y sentarán las bases de la pelea política de su reelección.
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