"Yo he comido pingüino, en escabeche”, grita el pescador Salvador Vergara, de 49 años, para hacerse oír sobre el estruendo del motor de su embarcación. “Con cebollita está exquisito”, recuerda. Vergara circunnavega la isla chilena de Choros, en el corazón de la Reserva Nacional Pingüino de Humboldt, el último gran bastión de la especie en el planeta. En 1990, cuando se creó la reserva, estos pequeños pingüinos, con una franja negra en el pecho, se servían estofados o en escabeche y estaban al borde de la extinción. Hoy se han recuperado hasta llegar a los 16.000 ejemplares y su fuerza es tal que han conseguido algo inaudito: la dimisión de dos ministros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario