Algunos le llaman “alteza” y otros, “monseñor”. Él firma sus correos como Frédéric Luz d’Araucanie. Por teléfono, desde Graulhet, el pueblo de 12.000 habitantes en el sur de Francia donde reside, cerca de Toulouse, Frédéric Luz explica que prefiere que le llamen por su nombre, y que no se acaba de sentir cómodo con los oropeles que rodean el trono virtual de Patagonia y Araucanía.
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