No es fácil sorprender a los brasileños en tiempos de escándalos continuos de corrupción. Pero el viernes pasó lo impensable: Luiz Inácio Lula da Silva, el que fue el presidente más popular de la democracia de Brasil, la cara mediática del Partido de los Trabajadores (PT), el gobernante que sacó a 30 millones de personas de la pobreza, recibió el golpe más duro de su carrera y protagonizó el peor capítulo de la crisis del Gobierno de 12 años del PT. A las seis de la mañana del viernes, la policía llegó a la casa de Lula en São Bernardo (a 20 kilómetros de São Paulo), la registró y se lo llevó a declarar por supuesta corrupción.
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