Luz María era tan fea, pero tan fea, que no inspiraba rechazo, sino ternura. Estaba tan sucia, que había algo en ella definitivamente limpio. Había vivido 39 años, parecía tener 60, y en realidad era una mujer sin edad. Luz María residía en "El bote de 100", el vertedero más grande de toda La Habana, que va desde las inmediaciones de la CUJAE hasta la Avenida Boyeros.
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