Romero fue un “profeta de justicia durante una guerra entre poderosos y débiles”, pero los militares y el capital lo consideró cura comunista y le mandó a matar. Con la llegada de Francisco al Vaticano ha entrado “aire fresco” a todas las estructuras de poder, para que estén cercanas a la gente, como lo hizo Romero, aun a costa de su sacrificio.
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