Liz DiMarco Weinmann estaba sentada en su oficina la mañana del 11 de septiembre de 2001 cuando dos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas. Como a muchos de sus compatriotas, esa experiencia le cambió la vida. "Miré por la ventana y vi los edificios caer, y decidí que había vendido suficientes jabones y cereales", recuerda. DiMarco Weinmann dejó entonces su trabajo como consultora de marketing de una corporación, que le garantizaba un salario de seis cifras, y pasó dos años buscando algo que tuviera un poco más de significado.
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