La palabra es un arma muy poderosa, y el Gobierno hace uso de ella a su manera y conveniencia. No solo con misiones, planes y repartición de dinero la revolución se mantiene en el poder, hay algo más. Analistas sostienen que en los últimos 14 años el uso del lenguaje por parte de las autoridades, ha sido un elemento calculado que persigue no solo la distorsión de la realidad, sino también crear una sociedad sumisa, incapaz de rebatir el argumento oficial. ¿El objetivo final?, mantener el poder.
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