Todos los días, a las seis de la tarde, la Guardia Nacional venezolana cierra las carreteras que permiten el acceso a dos de los puertos que sirven a las comunidades del estado de Amazonas. Es parte de su rutina. Desde esa hora, y durante toda la noche, se vende una gran porción de la gasolina que llega a esa región a contrabandistas colombianos que la comercializan en su país, al otro lado del río Orinoco, por 60 veces el precio, según diversos testimonios recogidos por BBC Mundo en la zona.
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