Todos los días, Benjamin Mitchell-Yellin recibe mensajes que cuentan experiencias con el más allá: individuos que han "regresado" de la muerte, otros que reciben visitas sobrenaturales de sus antepasados remotos, incluso uno que describe cómo su gato ya fallecido flota hacia "otro plano de la existencia". Pero Mitchell-Yellin no participa de un movimiento espiritual ni practica el esoterismo: es académico e integra el grupo de científicos dedicado a estudiar un campo poco habitual en las universidades: la inmortalidad.
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