El mito de la sanidad cubana se desmorona a la misma velocidad que sus desvencijados hospitales, frustrados profesionales y el régimen comunista en general, sobre todo desde que le faltan los subsidios de la antigua URSS. La revolución castrista de 1959 implantó unos servicios sanitarios en teoría gratuitos y universales pero, como en el bloque soviético, muy básicos y plagados de carencias. El gran éxito del Sistema Nacional de Salud cubano, coinciden los expertos, es que «la propaganda oficial los ha convertido en los mejores del mundo», mientras sus médicos y enfermeros son los peor pagados. El problema no es tanto si su nombre es Hugo Chávez, Fidel Castro o cualquier otro miembro del partido único o del Gobierno, que acuden a centros especiales. El problema de verdad lo tienen los trabajadores que malviven con quince dólares mensuales o los pesos.
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