La consigna estaba clara desde el principio: «Sería deseable que los niveles de información sobre la dolencia exacta del presidente siguieran siendo reservados y se limitaran las referencias que pudieran dar "pistas" a la oposición». El documento interno chavista, realizado tras las primeras operaciones de Hugo Chávez de junio de 2011, añadía: «Es más, el dar señales contradictorias o decir "medias verdades" podría coadyuvar a que la oposición siguiera realizando sus análisis de manera ciega alimentando las ansias de poder dentro de la misma y, por ende, su división y fragmentación política».
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