La mirada triste y acongojada de 52 madres venezolanas que, en la última década, perdieron a sus hijos por la espiral de violencia que vive el país, ya no permanece anónima. Gigantografías con rostros en blanco y negro, de distintos tamaños y con expresiones tomadas desde varios ángulos, son exhibidas en Caracas como un doloroso llamado de atención en una ciudad que tiene uno de los mayores índices de criminalidad del mundo, según organizaciones no gubernamentales.
Sentada en una plaza de la capital venezolana viendo su foto en gran tamaño, María Elena Delgado contó que perdió tres hijos entre 1999 y el 2008, además de un nieto y un sobrino, asesinados a balazos en Petare, uno de los barrios más poblados del continente.“Tras la muerte de mi hija yo me desesperé, pero fui a donde las personas que la mataron. Fui a la policía, a los tribunales, hice todos los trámites legales, pero no pasó nada”, recordó la líder comunitaria de 57 años que aún trata de sonreir.
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