
También mencionó que el silencio es alimentado por la vergüenza. Independientemente de que el niño esté plenamente consciente de las implicaciones del abuso sexual, intuye que algo está mal y que es un tema difícil de abordar, especialmente si está siendo amenazado. Agregó además que la somatización entra dentro de ese cuadro. "Viven estrés crónico y agudo. Y aunque el victimario no esté de cuerpo presente, siempre queda la sombra de lo que ocurrió", afirmó la especialista. Para ella es necesario que los padres y representantes estén muy atentos sobre el comportamiento de sus hijos.
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