Es la hora del té en la panadería de la cárcel de Tihar, en Nueva Delhi. Los obreros están ocupados con la masa azucarada de panecillos o empacando galletas de sal. Del horno salen calientes panes de molde que, luego, descansan en rejillas de alambre mientras se enfrían. Pero la comida no es para los prisioneros de la cárcel más grande de Asia del Sur. Su destino final son las alacenas y las mesas de comedores en toda la ciudad.
La panadería fue establecida inicialmente para proveer a los 12.000 habitantes de la prisión, pero ahora vende sus productos al mundo exterior bajo la marca TJ's. La esperanza es que el aprender algo nuevo será parte clave del proceso de rehabilitación y le ayudará a los prisioneros a integrarse a la sociedad cuando recuperen su libertad. "Los programas de aprendizaje son muy importantes. Los denominamos 'medidas de justicia reconstituyente'", señala Kiran Bedi, quien fue el primer agente de policía femenino en India, y exinspectora general de prisiones.
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