El Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff ha sido tomado por sorpresa tras la constatación, a través de satélites, de que, en los últimos meses, la selva amazónica ha sufrido un aumento de la deforestación de un 27%, en relación con el mismo periodo del año pasado, sobretodo porque en los dos últimos años se había quebrado la línea ascendente de destrucción que se había venido observando durante muchos años.
La deforestación de la selva en los últimos nueve meses ha sido de 1.848 kilómetros cuadrados. Tanto los ambientalistas como miembros del Gobierno piensan que ese aumento sorprendente pueda deberse a la posible aprobación en los próximos días del nuevo Código Forestal, que lleva años dando tumbos por la polémica entre ecologistas y terratenientes. El nuevo código prevé, en efecto, una amplia amnistía para los que, años atrás, habían destruido parte de ese santuario mundial y reserva natural del planeta, para comercializar su madera preciosa, abrir caminos para la siembra de la soja o para pastos para el ganado.
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