China es hoy, sin ninguna duda, la segunda economía mundial, después de los Estados Unidos y será, en los próximos años, el primer imperio del mundo y tan así es, que la primera economía del planeta tiene una abultada deuda externa con esta nación.
La abundancia económica de China le ha permitido, con holgura, posicionarse en muchos países-mercados que en otrora le eran ajenos, tanto por disparidades culturales como por intereses ideológicos, como los países latinoamericanos, por ejemplo.
Es así como el gran dragón asiático ha llegado a rugirle a los Estados Unidos en su misma cueva, en las naciones que por años el país del Norte consideraba "su patio trasero".
Esto tiene su razón de ser y no es exclusivamente ideológica, sino privativamente económica, porque por centurias los Estados Unidos explotaron sin discriminación las riquezas de los países menos desarrollados, saqueando sus materias primas y dejando en estas tierras sólo contaminación y más miseria, ahora, la historia le pasa la factura a Norteamérica en el peor momento de su economía.
Estados Unidos nunca hizo lo propio por crear en los países latinoamericanos las condiciones mínimas de crecimiento real y, por acción o por omisión, mató a la gallina de los huevos de oro, situación que China ha aprovechado para tenderle la mano a estos gobiernos, no por filantropía ni porque son buenos, porque también tienen sus intereses estratégicos plasmados en estas tienes de gracia.
Al lado de Estados Unidos, nuestros países nunca hubieran soñado con tener sus propios satélites y hoy, tanto Venezuela como Bolivia cuentan, el primero con el Satélite Simón Bolívar ya en órbita y Bolivia tiene su satélite Túpac Katari en construcción, financiado por el Banco de Desarrollo de China por más de 250 millones de dólares. El único que en Venezuela tiene un satélite es Diego Cisneros, para sus propios intereses económicos.
Claro que este gesto de China no es gratuito, como muchas cosas en este mundo. El gobierno de Venezuela hipotecó por 20 años a China nuestro principal producto que es el petróleo y de la misma forma ha hecho China con muchos países latinoamericanos, comprándoles cosechas a futuro, a cambio de empréstitos muy necesarios para nuestras naciones.
Termino con esto: el espacio que desaprovechó Estados Unidos por tantos años, pensando que las condiciones en Latinoamérica nunca cambiarían, es el mismo espacio que China está dispuesto a conquistar en el continente americano. En el mundo todo cambia, para bien o para mal, pero cambia.
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