jueves, 6 de enero de 2011

Películas cubanas de Tves satirizan el régimen de los hermanos Castro

Esta semana "escaneando" como decimos lo poco que ofrece Intercable, la compañía de cable, que bien caro que cobra por lo poco que da, me encontré con una joyita que me pareció de antología, en Tves, el canal que el gobierno de Chávez le robó a los dueños del legendario Canal 2, Radio Caracas Televisión.

Resulta que esta semana (del lunes 03 al viernes 07, a las 8:30 PM) estaban promocionando una serie de Cine Cubano bajo el rimbombante título de "Rebeldes con causa" y la serie comenzó el lunes y terminó el martes, porque las películas que presentaron son una crítica a la revolución Castro-Comunista, es decir, al lugar donde el presidente Chávez quiere conducir a Venezuela.

Me refiero a dos películas, dos épocas y un mismo autor, sobre la realidad de un mismo país: Cuba. El cineasta es Tomás Gutiérrez Alea, La Muerte de un Burócrata, 1966 y Fresa y Chocolate, 1994.

"Muerte de un burócrata (1966) es una película del género de comedia del director de cine cubano Tomás Gutiérrez Alea. Es una sátira de la burocracia cubana de la época posterior a la revolución, y de lo enrevesado que puede llegar a ser conseguir cosas aparentemente sencillas". Cualquier parecido con la realidad venezolana, es pura coincidencia.

"Fresa y chocolate es un largometraje cubano (1994), producto de una coproducción cubano/española/mexicana. Fue dirigido por Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío". Es una crítica a la intolerancia de género, porque Diego quien era un artista homosexual, tenía que esconder su verdadera identidad sexual para poder mantener su trabajo.

Además, Fresa y chocolate es una crítica a la intolerancia de la diversidad de pensamiento, porque Diego tenía que cambiarle las carátulas a los libros para poder burlar el control del Estado sobre el individuo. Tuvo que postergar mil veces una exposición sobre esculturas religiosas, porque el Estado no le daba los permisos que requería.

El único mundo que para Diego era lo que él exigía como mínimo, era el de su casa, donde podía leer lo que deseaba, comer lo que le apetecía, crear lo que se lo ocurría y escuchar la música de su preferencia. Como esto era imposible en la realidad política del régimen cubano, terminó huyendo de la Isla, aunque muy a pesar de sus deseos, porque nadie quiere dejar lo que le pertenece, su Patria.

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