Como era de esperarse, todos los diputados -exceptuando unos nueve que se salieron del carril- apoyaron de pie y con aplausos la proposición, incluyendo a la presidenta de la Asamblea, quien lucía como muchacho con juguete nuevo. Todos los diputados rojos aplaudieron como focas la proposición de enmienda, para eso están allí, para representar los intereses del teniente coronel, que no son los de la nación.
Venezuela tiene más de 16 millones de electores que tienen la cabeza bien puesta y de seguro que para esta consulta, que según sugirió el primer mandatario, debía efectuarse el 27 de febrero del 2009 -por razones obvias-, volverán a cerrarle el paso al teniente coronel para que se eternice en el poder, como lo ha hecho el barbas del Caribe por más de 50 años en la paupérrima isla de Cuba.
Los venezolanos están seguros de que la única forma viable para que el teniente coronel gane esta consulta -si llegase a darse-, es violentando la voluntad popular, como lo hizo en el referendo que hundió a Venezuela hace algunos años. Las cartas están echadas y los hijos de Bolívar sabemos cómo jugarlas.
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