El siguiente artículo de opinión fue publicado por el diario El Día del Domingo 15 de julio de 2007, en el Suplemento Séptimo Día. Recomiendo leerlo completo, no tiene pérdida, especialmente el final
Por PEPE ELIASCHEV
CARACAS.-Le pagó 300.000 dólares a Maradona para que viniese algunas horas a Venezuela a participar de la inauguración de la Copa América, apenas una anécdota en el rico y aparentemente interminable anecdotario que hace del dictador electo de Venezuela, Hugo Chávez, un personaje casi indescriptible. Esta rica nación sudamericana, que factura 55.000 millones de dólares al año solo exportando petróleo, es ejemplo formidable de las pintorescas características que alcanza un régimen como el que controla este país hace ocho años y amenaza con hacerlo de manera permanente, sin límites ni plazos excluyentes.
En la llamada Asamblea Nacional (el Parlamento unicameral de Venezuela, donde sólo hay oficialistas, porque en la oposición boicoteó las legislativas de 2005), prospera una moción presentada por su presidenta, Cilia Flores, para una nueva reforma constitucional promovida por Chávez que permitiría la "reelección continua" del Presidente, aunque ello -alegan- no es lo mismo que "reelección indefinida". ¿Por qué? "No es indefinida en el tiempo, sino continua, porque se pone en práctica siempre que el candidato se presente y el pueblo con el voto lo vuelva a designar, pero cada reelección tiene un término de seis años", explica la jerarca, una más de las tropicales tomaduras de pelo tan frecuentes en la bella Venezuela.
Fuerzas civiles de creciente importancia, incluida la Iglesia católica, expresan su desaprobación de manera vociferante. El cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, asegura, por ejemplo, que "los problemas del país no se resolverán cambiando la Constitución. La inmensa cantidad de dinero que hay en Venezuela no se ve reflejada en soluciones a los problemas del país".
El último documento de la Conferencia Episcopal cuestiona que pese a las grandes cantidades de dinero que maneja el Gobierno, los problemas sociales no se han resuelto. El arzobispo caraqueño puntualiza entre las lacras más llamativas, el desempleo, la productividad agropecuaria e industrial y el desarrollo de grandes obras de infraestructura. Para las desarticuladas fuerzas opositoras, Chávez debería primero ayudar a resolver los grandes problemas del país, como los niños abandonados, las familias sin techo, marginalidad, gigantesca informalidad laboral, desempleo e inseguridad, antes de pensar en modificar la ley para que Chávez gobierne de manera vitalicia.
"Nuestro Chávez se parece mucho al Perón de ustedes" me espeta Teodoro Petkoff, quizá el intelectual público más feroz y talentoso de Venezuela. Petkoff tiene 75 años y dirige "Tal Cual", el periódico más incisivo, libre y divertido de Caracas. "Como pasó con Perón, aquí el pueblo ha establecido un fuerte lazo emocional y afectivo con Chávez, al que quieren mucho más que al propio régimen", asegura Petkoff, un polemista temible que en 1970 se fue del Partido Comunista tras haber participado de las guerrillas castristas contra la democracia instaurada en 1959 y fundó el Movimiento al Socialismo (MAS), un partido socialdemócrata del cual él se apartó ya en 1998.
Pero mientras va consolidando un régimen cerrado y cada vez más vertical, Chávez avanza imperturbable en el fortalecimiento de su máquina de gobierno. En un país tradicionalmente asociado al espíritu de su gente, definida la semana pasada por un columnista como "plácida, relajada y sibarita", impresiona la adquisición alocada de armas que les viene de maravillas a unas fuerzas armadas que ahora deben empezar y terminar todas sus comunicaciones, orales o escritas, con un tragicómico "patria, socialismo o muerte" .
De regreso de sus habituales giras por los paraísos libertarios donde todavía es recibido (Irán, Bielorrusia, Cuba, Rusia), Chávez se encuentra con realidades de tangible contundencia. De acuerdo con la encuesta de hogares del equivalente local al INDEC argentino, al terminar 2005 (último año completo disponible) la remuneración promedio por ocupado se encontraba 15 por ciento en términos reales por debajo del nivel de 1998 y el Gobierno sigue utilizando la evolución del salario mínimo (por decreto) como punta de lanza publicitaria, ya que entre 1998 y 2005 el salario mínimo en términos reales ha crecido 10 por ciento, pero en 1998 la remuneración promedio por ocupado se encontraba 38 por ciento por encima del salario mínimo, para el cierre de 2005 esa brecha se había reducido a sólo 7 por ciento.
La población de venezolanos con trabajo en promedio gana el salario mínimo, patrón coincidente con el que se ha presentado desde 1979, cuando se gestó el empobrecimiento masivo de Venezuela: o sea que se mantiene el poder adquisitivo del salario mínimo, pero cae de forma sostenida la remuneración promedio. Chávez consiguió bajar la tasa de desempleo a través de una combinación de recursos, incluyendo un aumento del número de empleados públicos (que crecieron desde que empezó el régimen entre 460.000 y 590.000).
Con esta tendencia, la insatisfacción en relación con la política de empleo de Chávez continuará. Sin inversión de capital, la menor productividad de la mano de obra seguirá reduciendo remuneraciones y se acentuará la escasa capacidad competitiva de Venezuela en los mercados internacionales. La Copa América, que concluye hoy con la final en Maracaibo, exhibió la polarización política que desde hace años agobia a Venezuela. Los estadios coreaban consignas antichavistas en casi todos los partidos y para la final el régimen ha preparado consignas grabadas y propaladas a todo volumen por los altoparlantes de la cancha, que rezan un lema creativo: "¡Uu, aa, Chávez, no se va!", para tapar a la vocinglería opositora.
Para el sociólogo Tulio Hernández, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) de Caracas y de la Universidad Central de Venezuela, ya en la inauguración de la Copa América, en San Cristóbal, "se violó la tradición de que el protagonista del acto tiene que ser la Conmebol, no los presidentes locales, se agravió al público opositor o independiente, y a los países invitados, con el discurso de Chávez, lleno de socialismos y de muertes, y con el exceso vergonzoso y república-bananero de reforzar el culto a la personalidad del Presidente".
Según el novelista Alberto Barrera Tyszka, primer venezolano en hacerse acreedor del prestigioso premio Herralde de novela 2006, "tal vez el fútbol nos recuerda que, probablemente, necesitamos más placer y menos Simón Bolívar; que también somos otros, que podemos tener más tertulias que debates, más fiestas que marchas y contramarchas, más deporte que programas de opinión. No todo es guerra. No todo se explica con la palabra traición. También, a veces y por suerte, la peor amenaza sólo es un balón hundido en las redes".
Para Barrera, la Copa América, "posiblemente, deja ver cómo los venezolanos estamos hartos de nuestra propia versión heroica de la historia. Llevamos años produciendo un país bajo presión, preparándonos día a día para diferentes tipos de guerra: contra el imperio, contra los adversarios internos, contra nosotros mismos, contra nuestros valores, contra el mal que -como se sabe- nunca duerme y siempre aparece donde uno menos lo espera. Para salvar al país, a Latinoamérica y, después, al mundo, hay que vencer a muchos enemigos. Demasiados. Amanecemos, cada mañana, en contra de alguien, de algo. Ser venezolano es un oficio muy duro." En verdad, cuando se camina Caracas, no es difícil advertir esa contradicción entre abundancia y derroche con un discurso extremo, religioso, militar.
Según la Cámara Automotriz de Venezuela, en lo que va de 2007, aumentó un 176 por ciento la compra de automóviles importados. Por eso, los siempre chispeantes venezolanos, mientras apuran su deliciosa cerveza Polar y saborean unas apetitosas arepas, murmuran, "chico, ya no sabemos si en vez de la aguerrida consigna "¡Patria, socialismo o muerte!", no deberíamos más bien gritar "¡Audi, Hummer o BMW!".
Es que hoy se asiste a lo que Elsa Cardozo, una profesora de la Escuela de Estudios Internacionales, describe como una Venezuela "empachada de un bolivarianismo que confunde a Simón Bolívar con su sombra; una solidaridad internacional que se expresa en derroche, unilateralismo y pérdida del sentido de las proporciones; en la auto imagen de país engañado, acosado y víctima de los 'otros', cada vez con menos disposición a asumir sus responsabilidades".
El prestigio "revolucionario" de Chávez viene siendo esmerilado por expresiones que denotan hartazgo en sectores diversos. Para el ex guerrillero salvadoreño, Joaquín Villalobos, el cierre de Radio Caracas TV, por ejemplo, puede significar el inicio de un proceso interno que cambie la ecuación política sobre la cual Chávez construyó una mayoría, a partir de medidas sociales. Desde Oxford, Inglaterra, Joaquín Villalobos, que fuera jefe del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) -el más extremo de los cinco grupos que fundaron el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), en El Salvador- asegura que Chávez no está haciendo una revolución, y tampoco tiene con qué. "Chávez le ha creado un nuevo obstáculo a la izquierda que le transmite impopularidad. La izquierda necesita una buena relación con los medios de comunicación.
Gracias a Chávez, el cierre de RCTV es ahora un fantasma con el que las derechas asustarán a grandes sectores populares, a periodistas, comunicadores, artistas y empresarios, en contra de la izquierda" asegura Villalobos. "Chávez quiere que sus enemigos sean externos y no internos. La conflictividad y las provocaciones que abre constantemente hacia el exterior, son porque necesita neutralizar una oposición interna" agrega.
El problema de Chávez es que, a diferencia de la Cuba de 1958 y de la Nicaragua de 1979, Venezuela no era en 1999 una dictadura, y cuarenta años de libertad de expresión, aunque haya problemas de pobreza profundos, generan una cultura democrática de la que se termina apropiando la gente. Las generaciones jóvenes, en alguna medida por sus padres, el ambiente en que crecieron, no defenderían una sociedad autoritaria.
Villalobos, que estuvo alzado en armas muchos años, asegura que Chávez "tiene unas características intelectualmente pobres, una mezcla entre pastor evangélico y soldadote con voz de mando que termina llegando al poder. Habla como payaso. Para mí, incluso, es una vergüenza que la izquierda en América Latina le rinda pleitesía. Yo puedo estar en desacuerdo con Fidel Castro, pero el hombre es brillante, y éste es un payaso. Estoy seguro que Daniel (Ortega), Fidel y Evo (Morales) dan la vuelta y se burlan de él, no tengo la más mínima duda".
Fuente: NoticieroDigital
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