miércoles, 14 de febrero de 2007


Civilización y barbarie

Cuando usted escucha o ve algún medio de comunicación del gobierno español (que es Socialista), ya sea la Radio Nacional de España, que transmite en AM, o que vea la Televisión Nacional,lo primero que usted nota de entrada, es que esos medios se dedican a cumplir el propósito para el cual fueron creados, que no es otro que el de informar a la población.

Para poder distinguir un medio oficial de otros privados, que hay muchos, usted tiene que vivir aquí y darse cuenta muy sutilmente de la poca ingerencia que tiene el Estado en los medios. Por ejemplo, usted no ve al jefe del Gobierno, Rodríguez Zapatero o al Rey de España, interrumpiendo a cada momento las transmisiones habituales, por cosas tan fútiles como darle un saludo de cumpleaños al octogenario cubano o para transmitir un juego de fútbol, en este caso, donde se le ocurrió participar el Jefe del Gobierno.

Como en toda sociedad civilizada, los poderes en España, están bien delimitados, de modo que el Jefe del Gobierno,o Presidente, no por el hecho de serlo, tiene el control de esos poderes, aunque los quiera. El Presidente está limitado a su función que es el Ejecutivo.Los otros poderes, como el Judicial y el Legislativo, simplemente no les son de su competencia.

Esto se debe al concepto de que el Jefe de Estado es un servidor público que no es omnipotente y que tiene instancias a las cuales rendir cuentas.El Ejecutivo se encarga de desarrollar las políticas que el Legislativo ponga en sus manos y el Legislativo será el control del Ejecutivo.

En un país donde el Jefe del Estado se haga dueño de todos los poderes, pueden darle el nombre que quieran, pero eso es un totalitarismo y ese es el caso de Venezuela. El problema vendrá, tarde que temprano, cuando el Presidente se vea en la encrucijada de elegir un sistema o el otro: capitalismo o comunismo. Hasta ahora en Venezuela existe un híbrido capitalista-socialista, pero llegará el momento cuando estos dos sistemas se repelen y tendrá que quitarse la máscara y declararse comunista, hasta la muerte, como suelen decir allá como en Cuba.

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