Cristianismo y Socialismo
Desde que el emperador Constantino decidió hacer del Cristianismo una religión imperial, por allá por el año 313 D.C., no han faltado los gobernantes que, pretendiendo utilizar la religión para sus fines políticos, han tratado de mezclar conceptos para confundir y manipular a la población.
En los últimos años hemos estado escuchando en Venezuela algunas líneas de pensamiento que pretenden vincular al cristianismo con el socialismo político y citan, incluso pasajes del libro de los Hechos, en el Nuevo Testamento, para corroborar sus ideas de que el socialismo es bíblico y que fue una práctica en el Nuevo Testamento.
Es por esto que voy a aclarar el concepto bíblico de socialismo, basado en el libro de los hechos capítulo 2:43-47 que en síntesis dice que:
1.Todos los que habían creído estaban juntos.
2.Todos los que habían creído tenían en común todas las cosas.
3.Todos los que habían creído vendían sus propiedades y sus bienes.
4.Todos los que habían creído repartían sus bienes según las necesidades de los demás.
Aquí vemos que el socialismo de los primeros cristianos es un resultado de una conversión personal, de un cambio radical, de una experiencia religiosa y no una imposición ni del Estado ni de ninguna otra autoridad eclesiástica.
Los primeros cristianos tenían en común todas las cosas porque pertenecían a la familia de Dios y no porque pertenecieran a algún partido político o porque algún dirigente los hubiera conminado coercitivamente a través de leyes a vender sus propiedades y sus bienes y repartirlos con los pobres.
Los primeros cristianos se despojaban de sus propiedades voluntariamente, como un acto de amor al prójimo y no por algún dogmatismo político. El comunismo obliga a la población pudiente del país, por medio de leyes, a repartir sus propiedades con los más necesitados, pero de hecho el Estado que realiza este tipo de acciones está despojando a la ciudadanía pudiente de sus posesiones, pero no porque ellos voluntariamente las hayan cedido, como está sucediendo en Venezuela.
Como cristianos tenemos el deber de ser solidarios con los más necesitados, porque en eso sintetizó Jesucristo los Diez Mandamientos: Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Pero el Estado no puede quebrantar el derecho legítimo a la propiedad, porque este derecho es inherente a la misma naturaleza humana. El sentido de propiedad y de territorialidad existe hasta en los animales inferiores. Como cristianos, si es posible despojarnos de nuestra propia ropa para vestir a otro, lo debemos de hacer, por amor, pero no por coerción ni por imposición de ninguna índole.
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