Después de la votación a la enmienda de este 15-F, nos pudimos dar cuenta de que el país está dividido en tres partes muy iguales, por lo menos lo que respecta a la población con derecho al voto.
Un 55 por ciento (redondeando) votó por su apoyo a Chávez; un 45 por ciento (un poquito más) votó por la opción del NO y hubo otra tercera parte que no salió a votar, más o menos un 32 por ciento.
Esto es, de un universo de votantes de un poquito más de 16 millones: unos 6 millones votaron por Chávez. Unos 5 millones votaron por la alternativa democrática y otros 5 millones se quedaron en sus casas para ver qué pasaba en el ruedo electoral.
¿Qué significa eso? Primero que el oficialismo tiene que sentarse con la otra mitad de Venezuela para que reconstruyamos al país juntos y segundo, con todo ese caudal electoral, la alternativa democrática tiene la mitad de la bancada en la Asamblea Nacional cuando sean las elecciones para elegir diputados.
Los venezolanos no pueden perder de vista que, los peores regímenes que han existido en la historia, por el peso del tiempo y la acción de los pueblos, han tenido que pasar, como sucedió con Hitler en Alemania, con Trujillo en República Dominicana, en España con Franco y en la misma Urss con los comunistas.