COVID nos obligó a hablar, mucho, sobre el deterioro de la salud mental de los estadounidenses . Cuatro años después, la magnitud del problema no parece haber mejorado, en gran parte porque el sistema (quizás como era de esperar) sigue mal equipado para hacer mucho al respecto. Por qué es importante: Las complejidades de las enfermedades mentales, los factores estresantes de la vida moderna y la escasez de soluciones sencillas presentan barreras que ni siquiera sabemos cómo empezar a superar. Y en la mayoría de los casos, los problemas agrupados bajo el paraguas de la salud mental no serán resueltos solo por el sistema de atención médica. "Hemos mejorado en la medición del alcance de los problemas de salud mental... pero no tenemos buenas estrategias para abordar muchos de ellos", dijo Sherry Glied, decana de la Escuela de Graduados en Servicio Público Robert F. Wagner de la Universidad de Nueva York. "No es que tengamos una pastilla y no se la estemos dando a la gente. No sabemos qué hacer", añadió. "Las cosas que estamos haciendo no parecen tener mucho efecto. Tal vez tenga algún efecto, pero no es muy bueno, seguro".
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