martes, 29 de marzo de 2011

Las mentiras del presidente


Cada quien es responsable de sus propias acciones, pero cuando lo que yo hago o digo afecta directa o indirectamente a muchas personas, entonces lo que yo hago o digo, sí es un asunto público importante para una nación, más si quien lo dice es la cabeza del gobierno.

Hemos visto y leído con asombro cómo el presidente Hugo Chávez acaba de decir en Argentina que en Venezuela nunca se ha cerrado un medio de comunicación y que todo fluye con total normalidad; toda esta perorata dicha al momento de recibir el preimio Rodolfo Walsh de la universidad de La Plata.

Los otorgantes del susodicho premio debieron investigar primero, a ver si el galardonado era merecedor de tal honor, pero ese no es el asunto que me ocupa, por los momento, sino el descaro del presidente de ir a otras latitudes a decir mentiras que aquí no podría decir, porque llevamos 12 años viendo ese comportamiento patológico para defender una ideología que no puede convivir con la democracia.

Ese es el mismo personaje que engañó al pueblo venezolano al proponer en su campaña política un plan de gobierno que luego se ha tornado en un Castro-comunismo, violador de todos los derechos, partiendo desde los elementales derechos humanos, como el derecho a la vida, pasando por el derecho a la expresión libre, siguiendo con el derecho a la propiedad y así sucesivamente.

El presidente podrá engañar a medio mundo, para sostener una ideología trasnochada, pero además de los hechos, que desmontan la mentira, en lo más íntimo de su ser, cada noche, cuando se acuesta y se encuentra solo y en soledad consigo mismo, él debe reconocer que ni psicológica ni políticamente se puede mantener una mentira por mucho tiempo.

No hay dinero posible que oculte la verdad y tarde o temprano, esa verdad va a resplandecer para que esta pesadilla oscurantista y amoral que embarga a Venezuela pase.

La verdad nos hará libres.

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