miércoles, 19 de septiembre de 2007

Menos horas laborales: más inflación y menos productividad

Reducir la jornada laboral significará un beneficio para los trabajadores asalariados, pero significará también menos producción, menos productividad, menos competitividad, más costo y más inflación





Un análisis situacional de la reducción de la jornada laboral en las
operaciones de distribución y transporte revela que la misma beneficiará a los trabajadores asalariados, pero significará también menos producción, menos productividad y menos competitividad.

El trabajo elaborado por Jacinto Marín Rojas, Director de Logistics Services 3pl, señala que habrá más costo y más inflación, en un ambiente en el cual la escasez de productos de la canasta básica y de insumos para producir es ya persistente, ante un horizonte de muy pocas esperanzas para que las empresas establecidas en el país incrementen la producción.

Por considerarlo de interés, presentamos a continuación el mencionado análisis:

"¿Cuáles son las incidencias de la reducción de la jornada laboral en el proceso de distribución de mercancías? Son muchas y en este análisis tratamos de destacar las más importantes. Al reducirse la jornada disminuirá también, inexorablemente, el tiempo útil para cumplir con la regla de oro de la logística de distribución.

El suministro o la reposición de mercancías en la
cantidad necesaria, en el momento oportuno, en las mejores condiciones, en el lugar adecuado y al menor costo posible, no será igual inmediatamente después del cambio de la jornada a como se cumple actualmente.

Todas las operaciones logísticas, desde la preparación del pedido
hasta la entrega del mismo quedarán afectadas por la reducción. Si se aprueba la reforma, habrá menos tiempo para hacer lo que normalmente se hace y por consiguiente, el desempeño del proceso y las personas disminuirá.

Lo que se hace
ahora en cuarenta o cuarenta y cuatro horas semanales es imposible hacerlo en treinta y seis, salvo que las empresas innoven e implanten estrategias que permitan compensar la merma causada por la reducción y aun así, el costo de las operaciones deberá incrementarse, más allá del solo costo de mano de obra, el cual en estimaciones conservadoras representa actualmente el 20% en la estructura de costo de una empresa.

AMBITOS AFECTADOS

Los ámbitos que serán afectados por la aplicación de la nueva jornada son los siguientes: 1) Puertos y aeropuertos, 2) Oficinas y taquillas de atención al público de las aduanas, 3) Almacenes de mercancías de importación y exportación, 4) Oficinas de bancos ubicadas en puertos y aeropuertos, 5) Servicios de verificación y permisos de organismos públicos vinculados al comercio exterior, 6) Almacenes y centros de distribución a nivel nacional, 7) Terminales o zonas de carga, tipo Mercabar, 8) Abastos, supermercados e hipermercados, 9) Servicios de transporte en general.

Dado que todas las operaciones y ámbitos de la cadena de
distribución son vinculantes o de carácter interdependiente en lo funcional, es de pensar entonces el efecto que tendrá la reducción de la jornada para cumplir con la regla de oro de la logística y revertir la situación de merma constante en los niveles de competitividad, tanto en el comercio interno como en el internacional.

Pero la mayor complicación para dar cumplimiento a la nueva jornada, se verá, precisamente, en el transporte de carga por carretera. Por ejemplo, reducir el tiempo de picking y despacho en los centros de distribución implica, forzosamente, limitar aún más el tiempo útil del transporte y, por consiguiente, la demora en las entregas a los consignatarios de las mercancías será mayor de lo que actualmente es.

Este efecto será adicional al tiempo que consumen los camiones y los
conductores en los patios de las empresas para cargar y descargar, que en buena parte de los casos ambas operaciones representan un promedio de ocho horas, equivalentes a una jornada laboral actual. Para las empresas que trabajan con un solo turno, la situación será más complicada, si es que no se establecen horarios extendidos.

En los puertos y aeropuertos es de
suponer que los horarios para cargar y descargar serán más restringidos de lo que son actualmente y de ser así, los tiempos logísticos serán más prolongados.

MAS ALLA DE LA CARGA Y DESCARGA


Pero la complicación para aplicar la jornada reducida en el transporte no está sólo en los ámbitos de la carga y descarga. El problema va más allá y es precisamente en la jornada legal del conductor donde la complicación será mayor aún. El caso actual es que no hay precisión respecto a la duración de la jornada. La confusión, la incertidumbre y la libre interpretación de la normativa es lo que impera.

Las normas vigentes en Venezuela en
esta materia establecen diferencias y hasta contradicciones. Esta situación de limbo incrementa considerablemente los niveles de riesgos laborales y de costos, no tan solo por la incertidumbre habida en lo pertinente a la duración de la jornada del conductor, sino al hecho mismo de que, en gran parte, el transporte tiene carácter de "labor continuada".

La reducción de la jornada afectará a todos los servicios de
transporte de mercancías por carretera, sean éstos propios o exclusivos de las empresas generadoras de carga o que sean prestados por empresas de transporte.

Los menos afectados serán los
servicios operados por transportistas individuales o afiliados, sencillamente porque no hay relación de dependencia entre empleado y empleador, pero por otro lado, los operadores de este tipo de servicio no podrán recibir el beneficio de la reducción de la jornada y tendrán, además, la carga inflacionaria derivada de la jornada reducida, por el aumento de precios de productos y servicios.

Sin duda, los efectos de la reducción de la jornada serán mayores en la logística de la distribución que en las demás actividades del proceso productivo, especialmente por la imperiosa necesidad que tenemos en Venezuela para que la reposición de mercancías y más aún, el abastecimiento de productos de la cesta básica, se haga lo más rápido posible.

CONTEXTO ECONOMICO


La propuesta para restarle horas a la jornada semanal se presenta en momentos en que la economía venezolana se enmarca en el siguiente contexto: la producción de las empresas está en su capacidad tope, el consumo registra un 16% de incremento, la inversión de capital para la expansión de los actuales centros de producción y la creación de otros nuevos está altamente reducida, el desabastecimiento de productos de la canasta básica y muchos insumos necesarios para producir se hace persistente y sobre todo, la alta incertidumbre que generan el ámbito político y los cambios legales e institucionales que están planteados, todo lo cual está afectando de manera inexorable a la producción nacional y por consiguiente, al abastecimiento de productos .

En ese contexto, la escasez de productos requeridos para la dieta básica y de insumos para la producción, es uno de los problemas que más preocupa a la mayoría de los venezolanos.

Un estudio de
Dataanálisis reseñado por la prensa nacional el 07 y 08 de este septiembre, indica que, en promedio, un venezolano tarda 50 minutos adicionales para conseguir azúcar, aceite, carne de res, pollo, caraotas, avena, queso blanco duro, sardinas enlatadas, margarina, salsa de tomate, mayonesa, café molido y atún enlatado, entre otros productos, según los resultados de un sondeo efectuado en 60 establecimientos del área metropolitana de Caracas entre el 28 de agosto y el 03 de septiembre de este año.

En ese lapso Dataanálisis verificó que la escasez de
productos con precios regulados llegó a 20%. ALTERNATIVAS Para otros analistas, el nivel de faltantes de productos básicos en las estanterías de los expendios ha pasado de 25% en el 2006 a 30% en el primer semestre de 2007.

Para nivelar o mejorar los resultados disminuidos y causados por la aplicación de la nueva jornada, las empresas tendrán varias alternativas: 1) Mejorar la productividad actual mediante la modificación del proceso logístico. 2) Incrementar el número de trabajadores, lo cual implicaría, en algunos casos, implementar un nuevo turno de trabajo. 3)Convenir con los trabajadores actuales la habilitación de horas extras o adicionales.

Esta opción tiene incidencias de mayor
dificultad, entre las cuales destaca un costo adicional al implícito en la reducción de la jornada, en virtud de que la hora extra es y se supone que seguirá siendo mucho más costosa que la normal. La otra incidencia radica en que el trabajo en horario extra también está regulado en su duración y esto per se es una limitante de orden legal.

En todo caso y a decir de algunos
dirigentes sindicales, "la apertura de un nuevo turno de trabajo elimina la opción de laborar horas extras para que los trabajadores puedan obtener más ingresos". Por lo visto, reducir la jornada no favorece ni a la producción, ni a la productividad, ni a la competitividad. Tampoco implica aumento ni reducción del salario.

Pero sí marca una tendencia para
mayor inflación, sencillamente porque la producción podrá reducirse o en el mejor de los casos podrá ser la misma, pero a un costo más alto. Es decir, se producirá la misma cantidad de producto o servicio, pero con un costo salarial mayor.

CONCLUSION


Y eso es inflación. Según la firma ODH Grupo Consultor, "el costo por
hora trabajada se incrementará en 25%, lo que causará un efecto directo en los costos de producción y distribución y, a su vez, en los precios de los productos y servicios". Un análisis elaborado por Bolinaga, Levy Márquez & Canova, precisa que "el costo por el pago del salario mínimo aumentará en un rango que oscila entre 12% y 50%, dependiendo de la modalidad que implementen las empresas".

Para el Ministro del Trabajo, José Ramón Rivero, "la reducción de la jornada diurna a 36 horas semanales sólo afectará a las empresas con horarios rotativos y mixtos, cuyos gastos de personal aumentarán 5%".

En conclusión, reducir la jornada laboral significará un beneficio
para los trabajadores asalariados, pero significará también menos producción, menos productividad y menos competitividad; más costo y más inflación, en un ambiente en el cual la escasez de productos de la canasta básica y de insumos para producir es ya persistente, y ante un horizonte de muy pocas esperanzas para que las empresas establecidas en el país incrementen la producción.

Ante este panorama, la pregunta es inevitable: ¿Habrá, realmente, beneficio económico para los trabajadores?. Caracas, 12 de septiembre de 2007 . logistica3pl@cantv.net"

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