miércoles, 8 de noviembre de 2006

El hombre de los siete poderes

Asusta pensar en el hecho de que un solo hombre, quien es el presidente-candidato de la República Bolivariana de Venezuela, tiene control sobre los siete poderes establecidos en el país y no sólo eso, sino que los maneja a su antojo para que le rindan los resultados políticos que desea.

El poder ejecutivo, presidido por el primer mandatario y en una democracia sana, debería de ser el único ente manejado por el presidente. El poder legislativo, dirigido por una persona acólita al presidente y que controla la Asamblea Nacional, donde se discuten y aprueban todas las leyes que le dan sustento al régimen. El poder judicial, cuya Corte Suprema de Justicia, más parece un apéndice del Ejecutivo Nacional, que un ente independiente para impartir justicia sin distingos partidistas.

El cuarto poder, como lo llamó el Libertador Simón Bolívar, que es el poder de los medios de comunicación social, está siendo fortalecido si comulga con el presidente y combatido si se opone a la revolución chavista. El poder electoral, que es el Consejo Nacional Electoral, manejado también por personas identificadas abiertamente con el primer mandatario, no sólo la dirigencia nacional, sino a nivel de la presidencia en cada Estado.

El poder militar también está a la disposición del presidente-candidato, porque es el Comandante en Jefe de la Fuerza Armada Nacional, además, en este proceso ha dado de baja a todo el generalato que disentía con la propuesta chavista y ha ascendido a la joven oficialidad, quienes en muchos casos no tienen los méritos para dichos ascensos.

El poder petrolero, PDVSA valga decir, está completamente controlada por el presidente-candidato después de la última huelga petrolera. El presidente dispone, sin rendir cuenta de ningún tipo, de todo el caudal económico que le entra al país por concepto de la venta de petróleo.

Si en un país considerado democrático no hay la separación de poderes, necesario para el desenvolvimiento justo y equitativo en la nación, entonces el poder ejecutivo arropa a las demás instancias que vienen quedando, sin vida independiente, como un apéndice de la Presidencia de la República.

Todo poder corrompe y por cuestiones de sana prudencia, éstos no deben de estar en manos de una sola persona, porque como humanos herramos y terminaremos por hacerle daño a todo ese conglomerado nacional que, por la razón que sea, no comparte los ideales del señor Presidente de la República, pero que, teniendo ese vasto poder en las manos, no pierde tiempo para golpear a los opositores y para marginarlos y amedrentarlos.

Este fenómeno no es nuevo en nuestro país, porque en lo que se llama la IV República, la mayoría de sus presidentes ejercieron esa misma influencia, a veces a la luz pública y otras veces detrás de bastidores. Pero no es sana para el ejercicio de la democracia, si es eso lo que queremos, porque si lo que deseamos es un autoritarismo, entonces vamos por buen camino.

Un solo hombre no puede manejar todos los poderes en una nación donde hay tanto talento y donde, de derecho aunque no de hecho, existe separación de los poderes. Por el bien de la nación debe de existir algún ente que controle la ingerencia del Ejecutivo Nacional en otras instancias que no le compete.

jueves, 2 de noviembre de 2006

Cristianismo y Socialismo


Desde que el emperador Constantino decidió hacer del Cristianismo una religión imperial, por allá por el año 313 D.C., no han faltado los gobernantes que, pretendiendo utilizar la religión para sus fines políticos, han tratado de mezclar conceptos para confundir y manipular a la población.

En los últimos años hemos estado escuchando en Venezuela algunas líneas de pensamiento que pretenden vincular al cristianismo con el socialismo político y citan, incluso pasajes del libro de los Hechos, en el Nuevo Testamento, para corroborar sus ideas de que el socialismo es bíblico y que fue una práctica en el Nuevo Testamento.

Es por esto que voy a aclarar el concepto bíblico de socialismo, basado en el libro de los hechos capítulo 2:43-47 que en síntesis dice que:
1.Todos los que habían creído estaban juntos.
2.Todos los que habían creído tenían en común todas las cosas.
3.Todos los que habían creído vendían sus propiedades y sus bienes.
4.Todos los que habían creído repartían sus bienes según las necesidades de los demás.

Aquí vemos que el socialismo de los primeros cristianos es un resultado de una conversión personal, de un cambio radical, de una experiencia religiosa y no una imposición ni del Estado ni de ninguna otra autoridad eclesiástica.

Los primeros cristianos tenían en común todas las cosas porque pertenecían a la familia de Dios y no porque pertenecieran a algún partido político o porque algún dirigente los hubiera conminado coercitivamente a través de leyes a vender sus propiedades y sus bienes y repartirlos con los pobres.

Los primeros cristianos se despojaban de sus propiedades voluntariamente, como un acto de amor al prójimo y no por algún dogmatismo político. El comunismo obliga a la población pudiente del país, por medio de leyes, a repartir sus propiedades con los más necesitados, pero de hecho el Estado que realiza este tipo de acciones está despojando a la ciudadanía pudiente de sus posesiones, pero no porque ellos voluntariamente las hayan cedido, como está sucediendo en Venezuela.

Como cristianos tenemos el deber de ser solidarios con los más necesitados, porque en eso sintetizó Jesucristo los Diez Mandamientos: Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos. Pero el Estado no puede quebrantar el derecho legítimo a la propiedad, porque este derecho es inherente a la misma naturaleza humana. El sentido de propiedad y de territorialidad existe hasta en los animales inferiores. Como cristianos, si es posible despojarnos de nuestra propia ropa para vestir a otro, lo debemos de hacer, por amor, pero no por coerción ni por imposición de ninguna índole.


Hacia el marxismo-leninismo del siglo XVIII


Recuerdo haber escuchado decir al presidente-candidato una vez, desde la Universidad de La Habana, que Venezuela navegaba hacia el mismo mar de felicidad de Cuba. Eso me sorprendió en su momento, porque una cosa es decir algo por desconocimiento de los hechos y otra es decirlo a pesar del conocimiento de los hechos, solamente por convicciones ideológicas, porque sabido es de todos los que se han interesado en conocer sobre la realidad real de Cuba, que:

--En Cuba existe una tiranía que va rumbo a sus 50 años.
--En Cuba no existe alternabilidad de poderes.
--En Cuba el Estado es el dueño soberano y modelador de la ciudadanía.
--En Cuba no existe libertad de expresión ni de información.
--En Cuba existe hambre en el sentido más literal de lo que esta palabra pueda implicar.
--En Cuba no existe sino el partido que apoya al dictador y todos tienen que apoyarlo.
--En Cuba no existe la propiedad privada.
--En Cuba no existe el libre comercio.
--En Cuba existe una carencia de las cosas más elementales como de un jabón de tocador.
--En Cuba los únicos que viven bien son los afectos al régimen.
--En Cuba existe discriminación en contra de los mismos cubanos a favor del turismo.

No entiendo como en pleno siglo XXI, teniendo como espejo a Cuba, de la inoperancia del sistema comunista, habiendo sido testigos de la caída del muro de Berlín y de la disolución de la Unión Soviética, todavía haya personas, como el presiente-candidato, que estén pensando en resucitar a un muerto insepulto, como lo es el comunismo-leninismo, ese sistema no funciona, nunca funcionó y no funcionará.

Quiero salirle al paso a los que ya se estén diciendo a sí mismos que lo que propone el presidente es “El Socialismo del siglo XXI”, que esto no es más que un eufemismo, un juego de palabra, para que no suene tan duro en los oídos de los venezolanos la palabra comunismo y, en la primera fase del proyecto, se ha comenzado por dorar la píldora diciendo que lo que se pretende construir es un socialismo moderno, pero los rastros que va dejando el proyecto del presidente en la legislación que últimamente se ha aprobado en la Asamblea Nacional, es un camino hacia el comunismo, al estilo cubano.

La última curva que lanzó, antes de comenzar a hablar del amor y a pedir el voto por amor, fue decir que estaba trabajando en la consecución de un solo partido político y eso lo veremos a partir de enero, si los votos lo favorecen. El presidente se da cuenta de que hay muchas personas que militan en otros partidos que lo han apoyado y que legítimamente tienen aspiraciones presidenciales y, antes de que comiencen a asomar las intenciones, quiere cerrarles el paso, porque aquí en Venezuela, mientras Hugo Chávez Frías esté en el poder, no hay oportunidad para nadie, porque él piensa que el único que puede gobernar al país es él y nadie más que él.